Aunque pueda parecer obvio, los airbags, o bolsas de aire, no trabajan específicamente con aire, sino con una combinación de elementos químicos que reaccionan a los golpes bruscos. Estos elementos se degradan y pierden propiedades que pueden poner en riesgo nuestra vida si sufrimos un accidente. A continuación, profundizamos en el tema y te contamos cómo saber si ha llegado el momento de reemplazarlos.
¿Sabes cómo funciona un airbag?
Un detalle que poca gente conoce es que las bolsas de aire realmente no funcionan con aire per se, sino con mercurio. Su tecnología se sostiene con un interruptor que funciona como detonante ante el impacto, activa el explosivo y con la inflamación del combustible (a 100 grados aproximadamente), infla la bolsa con un aire caliente a gran velocidad. Cuando el aire se enfría (casi con la misma rapidez con la que se calienta), la bolsa de aire se desinfla.
Ciertamente los airbags les salvan la vida a millones de personas al año, pero siguen siendo un elemento que no se incluye en las inspecciones periódicas de los vehículos y pocas veces nos detenemos a pensar si los materiales que lo componen siguen en buen estado. Esta cuestión cobra importancia cuando en casa tenemos un coche con más de 10 años de antigüedad, pues ese es el tiempo de vida útil aproximada que tienen las bolsas de aire, aunque puedes revisar también el manual del usuario de tu coche para conocer con más detalle las especificaciones propias de tu marca.
Estos 10 años son una aproximación que hacen los fabricantes y que funciona como la fecha de caducidad de los alimentos: se añade para indicar que, a partir de ese momento, quien fabrica el producto no se hace responsable por los fallos que puedan surgir. De todas formas, sabes que con tu seguro de coche Allianz cuentas con un servicio técnico permanente al que puedes consultarle tus dudas particulares respecto a qué hacer para saber si la bolsa de aire de tu coche está caducada.
Por su parte, según la Dirección General de Tráfico, el airbag no tiene fecha de caducidad, pero sí se debe tomar en cuenta la antigüedad del vehículo y especifica que, el límite de los 10 años, aplica mayoritariamente a modelos demasiado viejos, pues los más modernos han mejorado los materiales y la tecnología de sus airbags, por lo que, en principio, deberían durar toda la vida. Sin embargo, la DGT sí recomienda revisiones periódicas para detectar posibles fallos e incluso para reemplazarlos.
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