Desde el punto de vista de la salud mental, la presencia de un perro puede tener un impacto transformador en la vida de las personas mayores. La soledad y el aislamiento son problemas comunes en esta etapa de la vida, pero la llegada de un compañero fiel y alegre puede marcar la diferencia.
Tener un perro no solo proporciona compañía constante, sino que también crea una rutina diaria estructurada, un factor crucial para la salud mental. El simple hecho de tener a alguien que ofrece atención y afecto puede brindar un sentido de propósito y significado, reduciendo los sentimientos de soledad y depresión.
Además, el acto de cuidar a un perro promueve la actividad física, lo que beneficia tanto al cuerpo como a la mente. Pasearlo regularmente es una forma efectiva de hacer ejercicio cardiovascular y de fomentar la interacción social al encontrarse con otros dueños de mascotas en el parque. Por lo tanto, un perro para las personas mayores es una garantía de actividad física y de socialización.