Un seguro de vida es aquel contrato que, a cambio de una prima o importe, ofrece una protección económica ante algunos accidentes. Esta póliza tiene como principal objetivo ayudar a los familiares o personas cercanas al asegurado en el caso de que ocurra algún imprevisto. Además, brinda unas garantías específicas a largo plazo, como la cobertura por incapacidad permanente o temporal, por causa de enfermedad grave y por fallecimiento debido a un siniestro.
Por tanto, los seguros de vida se pueden resumir en los siguientes puntos:
- Pueden ser temporales o permanentes, es decir, la cobertura dura un periodo de tiempo específico o toda la vida.
- Proporcionan una cantidad económica concreta a los beneficiarios una vez que fallece el asegurado.
- El tomador del seguro puede designar a las personas que desee como los beneficiarios de la indemnización.
- Requieren el pago de una prima periódica para mantener la cobertura.
En cambio, por otra parte, los seguros de no vida se diferencian en que incluyen a personas y objetos, así como cubren distintos riesgos. Además, no están relacionados con la vida del asegurado. Algunas de sus particularidades son las siguientes:
- Pueden cubrir incidentes como robos, incendios y responsabilidad civil, entre otros.
- Pueden contratarlos tanto particulares como empresas.
- El tomador debe proporcionar información detallada sobre el riesgo que desea cubrir.
- Los seguros de no vida pueden tener gastos deducibles, límites de cobertura y exclusiones.
- En ocasiones, estas pólizas requieren la evaluación o inspección previa a la emisión del seguro.