Por cuanto dicho, es esencial incentivar la educación financiera y explicar los productos de seguro como sistemas de inversión y de garantías, tanto para el individuo como para la colectividad.
Como los seguros son servicios con una responsabilidad hacia la sociedad, las compañías hacen especial atención a la hora de definir la póliza más adecuada para cada cliente y de valorar los casos específicos, en la fase que precede el contrato. No todos los consumidores tienen las mismas necesidades ni capacidades económicas. Es importante mantener en todo momento una comunicación transparente con la compañía, y confiar en su profesionalidad.
Por su parte, la aseguradora tiene la responsabilidad de generar conciencia en el consumidor, para que este pueda entender sus opciones, el producto que se le propone y, sobre todo, que tenga claro cómo funciona la póliza.
Crear conciencia social sobre potenciales riesgos aumenta los comportamientos preventivos en general, de esta forma se puede mitigar el impacto de daños y accidentes tanto a nivel familiar como colectivo.
Por lo tanto, contratar un seguro nos enseña a tomar decisiones contundentes sobre cómo proteger nuestra familia o nuestro negocio, especialmente nos incentiva a adoptar un comportamiento proactivo y responsable respecto a posibles riesgos que forman parte de la vida.
Concebir el seguro de este modo, como un servicio que contribuye a la estabilidad económica de toda la sociedad, es fundamental para establecer una relación de confianza con la compañía, lo que se traduce en una mayor satisfacción tanto por parte del cliente como de la aseguradora.
En conclusión, el seguro es un respaldo económico y una garantía de mayor resiliencia para sus beneficiarios, y también contribuye a una mejora del bienestar del conjunto social.
Si quieres profundizar sobre este tema o tienes cualquier tipo de duda, siempre puedes contactar con nuestros profesionales. Estaremos encantados de explicarte mejor la función social del seguro de vida y sus ventajas para toda tu familia.