El término ‘tecnoestrés’ fue acuñado por primera vez en 1984 por el psicoterapeuta estadounidense Craig Broud, que había estado estudiando una nueva enfermedad causada por la incapacidad de los trabajadores de enfrentarse y convivir con las nuevas tecnologías de un modo saludable para su salud mental. Este fenómeno, según indica Broud, supone un aumento en la activación fisiológica y psicológica de los trabajadores para realizar tareas efectivas en menos tiempo. Por sí solo, este estímulo no es malo, pero cuando se empieza a generar de manera repetida y continua trae consecuencias graves para la salud.
Sin embargo, mucha agua ha corrido desde 1984 hasta nuestros días. A esa angustia laboral también se le suma el uso ininterrumpido de aparatos como el móvil o la Tablet, y que muchas veces se exige fuera de horario laboral para responder correos, contestar mensajes o llamadas que distraen al trabajador de sus asuntos personales y le restan tiempo de sus horas libres.