El estrés sostenido en el tiempo puede acabar llevando a una situación límite en la que la ansiedad sea la última opción que tiene el cuerpo de pedirte que, por favor, pares. La autoexigencia, la carga de trabajo o el hecho de que aparezcan muchos problemas al mismo tiempo pueden acabar desbordándote y generando no solo ansiedad, sino crisis y ataques de pánico. Para evitarlo, intenta reducir el estrés de la siguiente manera:
● No procrastines: aunque te cueste ponerte con una tarea, hazla cuando debas sin postergarla. En caso contrario, te encontrarás con el mismo escenario de siempre que serán demasiadas tareas que llevar a cabo y un tiempo limitado para finalizarlas. Algo que podrías resolver haciéndolas cuando corresponda.
● Cuidado con la cafeína: si bien tomar un café por las mañanas o después de comer te puede ayudar despertar y sentirte con mayor energía, si tiendes a sufrir ansiedad o estás en un momento en el que el estrés te acecha a cada instante, es mejor que elimines la cafeína de tu dieta durante un tiempo.
● Duerme las horas suficientes: y que estas sean de calidad, ya que notarás un gran cambio casi inmediato en tu energía. Dormir menos no te permitirá rendir adecuadamente y puede que favorezca la procrastinación al estar más cansado. Así que, mantén siempre una buena higiene del sueño.
● Las pausas son importantes: no te quedes trabajando hasta tarde ni sacrifiques ese aperitivo de media mañana porque no puedes abarcarlo todo. Darte un respiro será crucial para que te despejes y puedas continuar trabajando después sin agobios. Asimismo, no te lleves el trabajo a casa y, si lo haces, que sea puntual.