Las autopistas son carreteras diseñadas para la circulación exclusiva de vehículos motorizados a velocidades elevadas. Debido a su diseño y normativa, no permiten el acceso a otros tipos de vehículos, como bicicletas o vehículos agrícolas, ni el tránsito de peatones, lo que las convierte en vías dedicadas enteramente al tráfico rápido.
Una autopista típica cuenta con cuatro o más carriles divididos en sentidos opuestos, separados por una mediana central (una franja o barrera que impide el cruce de vehículos al otro sentido). Además, el acceso a las autopistas está estrictamente controlado y se realiza exclusivamente a través de entradas y salidas definidas, lo que evita cruces al mismo nivel y minimiza las interrupciones en el tráfico. En estas vías, no existen cruces a nivel, pasos de tren o tranvías, ni pasos peatonales, lo que garantiza un flujo continuo de vehículos.