Los cigarrillos electrónicos han ganado popularidad en los últimos años, especialmente entre la población más joven, por representar una alternativa para fumar de una forma supuestamente menos agresiva. Sin embargo, sus beneficios no están del todo claros y algunos países han prohibido su comercialización por considerarlos un riesgo en materia de salud. Investigamos un poco sobre los mitos y verdades de este dispositivo y te lo contamos a continuación.
Composición de los cigarrillos electrónicos
- Un depósito que almacena el líquido que se fuma, generalmente nicotina líquida.
- Un atomizador que calienta el líquido y permite el vapor
- Un sensor o botón que activa el atomizador cuando se va a hacer una inhalación
- Baterías
- Cargador de baterías
Funcionamiento de los cigarrillos electrónicos
El atomizador es el corazón del cigarrillo electrónico porque, como decíamos, es el que calienta el líquido y genera el vapor que se inhala. Este se activa generalmente mediante un botón o con sensores de reconocimiento, dependiendo de cada modelo. La diferencia con el cigarrillo regular es que en el electrónico no se genera combustión y no se inhalan tantas sustancias tóxicas.
Los primeros modelos fueron diseñados con un cuerpo parecido en forma y tamaño a los cigarrillos tradicionales y algunos de ellos eran desechables porque no podían ser recargados como sí ocurre con la mayoría de modelos actuales. Las formas también ha variado, pues ahora prima la necesidad de ofrecer una buena experiencia por encima de la similitud con el cigarrillo real.
Beneficios y afecciones para la salud
La mayoría de líquidos que hay disponibles en el mercado actual contienen nicotina (aunque también los hay sin nicotina), glicol de propileno y aromas, de ahí que sea tan común encontrarnos en la calle nubes de humo aromatizado que van dejando quienes vapean. Sin embargo, también se han identificado sustancias como el estaño, plomo, níquel, cromo y compuestos fenólicos que tienen potencial cancerígeno.
Uno de los peligros latentes es la falta de estudios exhaustivos sobre los efectos nocivos, pues al ser un producto relativamente nuevo, su expansión ha sido más rápida que la capacidad de los organismos gubernamentales de estudiar los componentes y sus efectos tras un consumo masivo. También hay que tener en cuenta las pruebas de laboratorios hechas en 2009 por la Administración de Alimentos y Drogas (FDA por sus siglas en inglés) que encontraron formaldehído y acetaldehído, dos agentes también con potenciales cancerígenos.
Otra de las preocupaciones de las autoridades y especialistas en general son los aromatizantes que se usan en los cigarrillos electrónicos, tanto porque sirven para atraer a un público joven como por el desconocimiento de los efectos de su inhalación. Todo esto nos lleva a concluir que la popularización del cigarrillo electrónico puede jugar en contra de los esfuerzos de la salud pública por el control del tabaco. Por otro lado, para la salud personal representan también un riesgo latente, sobre todo porque se han vendido como un producto inofensivo cuando no es del todo cierto.
Como especialistas en seguros de salud nuestra principal recomendación es no fumar en absoluto, ya que las consecuencias que puede acarrearte fumar, tanto tabaco tradicional como cigarrillos electrónicos, pueden ser muy negativas tu salud y la de los que están a tu alrededor como fumadores pasivos.
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