Incluso hay quien, aun dándose cuenta de esta cuestión, no toma cartas en el asunto. La explicación a por qué sucede esto puede estar en tres comportamientos típicos que se interponen en el camino de los inversores y les impiden adoptar las estrategias adecuadas de ahorro de cara a la jubilación: la inercia, la aversión a las pérdidas y la miopía.
No tener que tomar ninguna decisión es la “decisión” más cómoda. Y esta inercia o inacción se nota también en las pensiones: la oferta está ahí, pero quien quiera ahorrar para la jubilación debe decidir activamente hacerlo.
Por otro lado, la aversión a las pérdidas está en el corazón las finanzas conductuales (behavioural finance), la disciplina que aplica las ciencias del comportamiento a las finanzas. El behavioural finance nos muestra que una pérdida en términos absolutos pesa más que la satisfacción que produce una ganancia equivalente. Pero eso no es todo. Al invertir su dinero, la gente tiende a leer demasiado sobre el comportamiento de un determinado activo en los últimos 12 meses, en lugar de guiarse sobre la base de sus expectativas de desempeño futuro sobre su horizonte de inversión real.
En cuanto a la miopía, lo cierto es que la evolución nos ha condicionado a vivir enfocados en el presente. El hombre prehistórico no solo era incapaz de concebir una esperanza de vida de 80 años o más, sino que todos los días se enfrentaba a una alta probabilidad de desaparecer. Esto nos ha condicionado a centrarnos en el aquí y ahora: queremos la satisfacción instantánea de nuestras necesidades y percibimos el dinero ahorrado como dinero perdido.