Como telón de fondo hay muchos aspectos remarcables en el plano positivo. Su sector bancario es robusto, su gobierno mantiene el compromiso de reforzar su posición como uno de los principales actores de la economía mundial y el país se financia solo en una pequeña medida con fondos procedentes del extranjero.
Las valoraciones del mercado de renta variable china son generalmente más baratas que sus homólogas de Estados Unidos. Además, habida cuenta de que el país se prepara para el XX Congreso Nacional del Partido Comunista que se celebrará en octubre de 2022, el gobierno probablemente hará todo lo posible para fomentar el optimismo.
Pero no tiene por qué esperarse un camino de rosas. Los inversores sufrirán altibajos en el camino. Las tensiones entre Estados Unidos y China giran en torno a un “darwinismo digital” constante, es decir, una carrera de poder global que dura ya décadas impulsada por la tecnología y la inteligencia artificial.
En respuesta, China trata de impulsar la autosuficiencia —promover la fabricación de alta tecnología y el gasto del consumidor local para intentar reducir la dependencia del comercio exterior. Surgirán “campeones nacionales”, es decir, empresas que ofrecerán alternativas nacionales a mercancías que anteriormente se importaban y que potenciarán la ventaja competitiva mundial de China.