Una forma de tener acceso a estas tendencias, de la mano de gestores profesionales y en carteras adaptadas a nuestro perfil de riesgo particular es a través de fondos multiactivos dinámicos y flexibles.
Si nos centramos en cada una de estas cuatro tendencias, la aproximación como inversores está clara. Por ejemplo, la desglobalización está avanzando. El cambio geopolítico no solo se manifiesta en la disrupción de las cadenas de suministro, sino que también se ve reforzado por otro impulso positivo: la digitalización. Una apuesta por la transformación digital que genera muchas oportunidades de cara al futuro.
De hecho, si los robots se vuelven cada vez más baratos, la producción en el extranjero será cada vez menos beneficiosa, y la reubicación de la producción a donde están los clientes será más fácil y barata.
Pero no solo queda aquí, sino que ha de tenerse en cuenta, con esas luces largas activadas, la demografía. En términos demográficos, el mundo sigue creciendo, pero está envejeciendo. La proporción de la población activa con respecto a la población total está disminuyendo en todo el mundo. La presión salarial es previsible. Esto representa otra oportunidad bajo el esquema de la inversión.
Al mismo tiempo, continúa la tendencia hacia la descarbonización de la economía mundial. El cambio de un modelo de energías fósiles hacia otro basado en la sostenibilidad ha llegado para quedarse. La transformación sigue vigente y eso se puede traducir en rentabilidades a lo largo del tiempo para nuestras carteras de inversión.
Así, la desglobalización, la digitalización, la demografía y la descarbonización son las cuatro grandes “D”, que también se expresan en desarrollos como el aumento de la demanda de materias primas y una creciente urbanización. Los inversores a largo plazo deberían prestar atención a estas tendencias con más detalle.
Si tienes dudas sobre cómo empezar a actuar o sobre qué tipo de estrategia se adecua mejor a tu perfil, contacta con un asesor profesional.