En el ámbito de los seguros, la indemnización es la cantidad de dinero que la compañía aseguradora está obligada a pagar en caso de siniestro. Este importe se pacta al firmar un contrato con el asegurado, que paga una prima acordada para protegerse de posibles perjuicios. Así pues, se considera al seguro como una actividad indemnizatoria.
El propósito de la indemnización es que el asegurado pueda volver al estado previo al siniestro y recuperar el patrimonio afectado. Existe la posibilidad de que la reposición se realice por medio de la sustitución de bienes dañados. Por ejemplo, en muchos contratos de seguros de coches se estipula el arreglo del automóvil en talleres que tienen convenios con la compañía aseguradora, sin que el asegurado reciba dinero en metálico por los daños sufridos.
Por otra parte, según las características del seguro contratado y las circunstancias de los hechos, el asegurado puede tener derecho a un resarcimiento económico en efectivo. Así mismo, si se pacta esta forma manera, el asegurado se hará responsable de una parte de la indemnización a través del pago de una franquicia o deducible, que hará que el coste de la prima sea menor.
En cualquier caso, debe señalarse que el valor de la indemnización no puede exceder el precio que los bienes perjudicados tenían inmediatamente antes del siniestro, debido a que esta situación podría motivar el interés de algunos asegurados por que el siniestro se lleve a cabo. Además, si el valor de la reposición es superior, el asegurado se enriquecería injustamente.
La indemnización también es una forma de responder por la responsabilidad civil, en caso de que la actividad empresarial genere daños o perjuicios a terceros.
Dependiendo del seguro contratado por la empresa, la compañía aseguradora se podrá hacer cargo de la indemnización.