Un Accidente es un evento inesperado, que no se podía prever y que, en general, provoca daños, lesiones o consecuencias negativas: rotura de objetos como cristales, tuberías, partes de un coche o daños físicos como quemaduras, esguinces, etc. Los seguros existen, precisamente, para mitigar los efectos dañinos de estos eventos.

Existen dos tipos de daños derivados de los accidentes:

Daños Accidentales: En estos casos, los daños a consecuencia de este evento inesperado, son totalmente imprevisibles. A pesar de haber tenido en cuenta todas las precauciones y haber hecho todos los mantenimientos posibles, se ha producido un hecho fortuito que ha causado daños en terceras personas o en la propiedad de otras personas de forma involuntaria.

Daños Intencionales: Son aquellos en los que, en realidad, el accidente viene causado por una mala praxis o un mal uso. En estos casos, la persona causante del accidente actuaba con mala fe o dolo, es decir, a pesar de saber que sus acciones iban a provocar dicho accidente, no hizo nada para evitarlo. Estos actos pueden darse por un descuido, una mala praxis, un mal uso, o directamente, con malas intenciones.

 

A continuación os dejamos algunos ejemplos de accidentes:

Accidente en el hogar: Rotura accidental de una tubería que estaba en buen estado

Accidente en la carretera: Pinchazo en un neumático en buen estado

Accidente laboral: accidente de tráfico desplazándose al trabajo

Accidente rural: ataque de animal autóctono

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