El autoseguro es un recurso en el que una persona, física o jurídica asume con su patrimonio las consecuencias económicas de sus propios riesgos. Es decir, la persona no recurre a la intervención de ninguna entidad aseguradora para proteger su patrimonio. Por esta razón, el autoseguro no puede considerarse como “seguro” en un sentido técnico.

A menudo, son las grandes empresas las que recurren al autoseguro para crear, poco a poco, un fondo económico con el que enfrentar posibles siniestros propios.

Sin embargo, no debe confundirse la situación de “autoseguro” con la de “propio asegurador”. Aunque en ambos casos no existe la presencia de una entidad aseguradora, el primer concepto supone, en mayor o menor medida, una masa de bienes destinada a la compensación de posibles siniestros. En cambio, el propio asegurador puede carecer de un fondo económico para hacer frente a los riesgos que puedan surgir.


Aspectos clave del autoseguro

El autoseguro exige capacidad financiera para cubrir los eventos que puedan surgir. Por esta razón, los recursos deben ser líquidos y estar disponibles de forma inmediata.

Además, para constituir este fondo de emergencia es necesario anticipar los gastos máximos que podría exigir el siniestro. Así que es fundamental calcular el importe total en base a estadísticas de confianza. En definitiva, el autoseguro requiere capacidad financiera.

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