Ha llegado el momento: hemos concluido que necesitamos comprar un coche para trasladarnos más rápido, mejorar la movilidad de nuestra familia o simplemente porque queremos renovar el que ya tenemos. Nos embarcamos entonces en la tarea de encontrar un nuevo modelo que nos acompañe los próximos días y es aquí cuando nos encontramos con las dos opciones que el mercado nos ofrece: ¿compramos un modelo nuevo o nos atrevemos a ir a por un coche de segunda mano?
Adquirir un coche nuevo es siempre un lujo: las tapicerías intactas, el olor a nuevo, la pintura impoluta, los asientos forrados con plástico, el sistema de sonido sin estrenar… Disfrutarlo desde el kilómetro cero tiene todas las ventajas posibles y, en teoría, el gasto en averías durante los primeros años debería ser bajo (aunque hay estudios que demuestran que los coches nuevos suelen necesitar más visitas al taller en sus primeros años de vida que los modelos usados); sin embargo, el gasto inicial es mayor. Un coche nuevo ronda los 11 mil euros, a los que tienes que sumarle gastos como la matriculación, el certificado de circulación, el seguro y demás impuestos necesarios para poder usarlo.