Internet y las nuevas tecnologías son la combinación sagrada sobre la cual está construida la sociedad moderna. No hay ni un solo aspecto de nuestra vida en sociedad que no esté supeditado a estos dos elementos. A través de nuestro móvil podemos resolver cuestiones que antes nos llevaban horas o días como hacer la compra semanal, pagar servicios y productos o reservar un billete de avión. En el caso de nuestras finanzas la dinámica es más o menos parecida, pues el mercado financiero avanza con las tecnologías, y las fintech se presentan como un nuevo player aventajado que puede ayudar al mercado en general con sus soluciones creativas. De hecho, aunque no seamos del todo conscientes de ello, lo más probable es que todos hayamos hecho uso de alguna de ellas.
Fintech o Financial Technology es una industria reciente que emplea los avances tecnológicos disponibles para mejorar todo tipo de actividades financieras. Por su naturaleza, suelen ser startups que buscan actualizar a grandes empresas en la adaptación a las nuevas tecnologías como aplicaciones, procesos, productos y modelos financieros disponibles a través de internet.
Aunque el mercado está dominado por gigantes como Google, Amazon o Apple, hay un sinfín de ejemplos de fintechs que funcionan en nichos específicos como los pagos o transferencias (Alipay), préstamos (Kabbage) o análisis de riesgo (AlgoDynamix). Según un informe de Citigroup, América Latina y el Caribe son actualmente un terreno fértil para este sector por la alta penetración de móviles y los problemas constantes que las instituciones bancarias presentan a la hora de satisfacer las necesidades de sus usuarios.
Beneficios de las Fintech
La gran ventaja de las fintech es que están diseñadas para que los usuarios sean los grandes beneficiados por la implementación de sus tecnologías, pero también para las instituciones financieras a la hora de prestar el mejor servicio posible. Grandes instituciones financieras como Citibank, Bank of America, Wells Fargo, Santander o BBVA lo han comprobado uniendo fuerzas con fintechs para lograr, por ejemplo, recortar su curva de aprendizaje, atraer talento con potencial disruptivo para sus plantillas, promover una cultura de la innovación dentro de su personal o reducir los riesgos de lanzar productos de marca propia.
¿Y el lado negativo?
Si hay que hablar de las desventajas, hay que decir que las empresas medianas y pequeñas no se atreven demasiado a confiar en estas tecnologías diseñadas por proveedores que no conocen, y esto las frena a la hora de colaborar con fintech, pues temen enfrentarse a las consecuencias legales, operacionales o regulatorias que pueda acarrear. Sin embargo, lo que no se tiene en cuenta es que resulta más económico aprender a trabajar con fintech que ser desplazados por ellas, que es hacia donde parece dirigirse el mercado de las finanzas en esta era digital.
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