¿Pero estos retos también alientan la posibilidad de invertir ante este esquema? Esa es una de las grandes preguntas que muchos inversores se hacen. Y la realidad es que sí, teniendo en cuenta que también dicho esquema ha acelerado la innovación, la inversión en inteligencia artificial y la diversificación de proveedores para garantizar el flujo continuado de mercancías y así agilizar el comercio. Esta transformación está creando oportunidades significativas de inversión centradas en reforzar las cadenas de suministro de cara a alteraciones futuras.
Como denominador común la invasión de Ucrania y la aparición de dos ecosistemas globales prominentes (que pivotan en torno a China y Estados Unidos) podría acelerar la reorganización de las cadenas de suministro y el acercamiento de la producción. Con la breve caída de la demanda por la Covid, que hizo que los fabricantes redujeran la producción, se generó una distorsión en algunos segmentos. Ahora, la desglobalización gana terreno en algunos sectores.
En medio de las disputas comerciales, el proteccionismo está repuntando y los países buscan ser más autosuficientes. China está impulsando el consumo doméstico al mismo tiempo que promueve su valor manufacturero a nivel internacional.
¿Cómo afectan entonces los problemas de las cadenas de suministro a consumidores y empresas? Por un lado, el aumento del precio de los hidrocarburos a raíz de la crisis ruso-ucraniana ha hecho que sea más difícil obtener (y poder pagar) muchos productos y materias primas.
Por otro, está la presión en los metales preciosos. Rusia es un gran productor de paladio y níquel, elementos utilizados en muchos productos de alta tecnología, y la transición energética está provocando un incremento de la demanda de metales industriales.
Asimismo, muchas fábricas de semiconductores ya tenían problemas de capacidad antes de la COVID-19. La llegada de la pandemia los agravó. La demanda se recuperó con más rapidez de lo esperado y la escasez de componentes esenciales no tardó en hacerse notar en la fabricación de vehículos y en otros sectores. Mientras, los precios de los alimentos se sitúan en máximos históricos, y la crisis geopolítica que se vive en uno de los grandes graneros del mundo está disparando los precios de multitud de productos, desde el aceite de girasol hasta los cereales.