Las caídas en las bolsas cuando se generan estas incertidumbres totalizan en un 4,6% y que esa corrección tiene una duración media de unos 19,7 días. Sin embargo, son descensos abruptos que se terminan por recuperar y que, en muchos casos, quedan localizados en las bolsas regionales.
La recuperación en las bolsas suele producirse 43,2 días después, por lo que la inversión a largo plazo sigue imponiéndose cuando se producen estas situaciones. El peor de los escenarios en términos históricos fue con el ataque a Pearl Harbor de la II Guerra Mundial, cuando la bolsa tardó 307 días en recuperarse tras sumar un desplome combinado del 19,8%.
Esencialmente, hay importantes mercados alcistas tras las crisis. Tras las dos guerras de Irak, por ejemplo, los mercados se comportaron bastante bien. Sin embargo, hubo factores de impulso más significativos tras dichos rebotes –en particular, el fin inminente de una recesión (1991) o la recuperación de la burbuja tecnológica (2002-2003).
No obstante, también hay ejemplos negativos de estas tensiones geopolíticas. En la memoria de todos se encuentra cómo los mercados se vieron sometidos a una presión masiva tras la invasión de Georgia por parte de Rusia en 2008, aunque esto también fue un resultado de la crisis financiera global y no de la crisis política.
En otras muchas ocasiones, los movimientos del mercado de renta variable no fueron espectaculares. En general, tal y como muestran los gráficos siguientes, las acciones han tendido, de media, a comportarse algo mejor tras el comienzo de una crisis global.
Paralelamente, históricamente los activos «refugio» como los bonos del Tesoro han sufrido, de media, una ligera corriente de ventas, que ha provocado una subida de sus tires. Sin embargo, tal y como hemos explicado en los ejemplos anteriores, probablemente los factores no relacionados con la crisis fueron los principales determinantes de la rentabilidad.
Esta es la importante conclusión que hemos sacado del pasado y no respalda la idea de “comprar al son de los cañones”. Eso sí, los inversores deberían tomar sus decisiones de compraventa basándose en la salud general de la economía y en las perspectivas para las industrias y los beneficios.
Teniendo en cuenta el telón de fondo que nos acompaña como inversores, sería razonable preguntarse si los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal, aplazarán o incluso detendrán la normalización anunciada de la política monetaria.
Hay ciertas dudas al respecto, en gran medida debido a las perspectivas para la inflación. Hay que tener en cuenta que la subida del precio del petróleo probablemente provocará un aumento de las tasas de inflación más pronunciado de lo que anteriormente se esperaba.
Por otra parte, es posible que las empresas y los hogares continúen elevando sus expectativas para la inflación a la luz de la subida de precios de la energía, que puede en realidad impulsar la inflación todavía más. Desde finales de 2021, los bancos centrales han apuntado cada vez más a las presiones inflacionarias subyacentes y a unos mercados laborales próximos al pleno empleo.
En tiempos convulsos, lo más recomendable es contactar con un asesor profesional para poder elegir el camino más adecuado de acuerdo con tu perfil de inversor y tus objetivos de largo plazo.
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