Las lecciones de inversión que dejan 13 crisis geopolíticas como la actual

18/03/2022
Inversiones y crisis geopolíticas

En tiempos como estos, algunos inversores confían en una vieja máxima del mercado: “comprar al son de los cañones y vender al son de las trompetas”. ¿Esto verdaderamente puede ser una buena idea desde el punto de vista de la inversión? Pues únicamente hay que mirar, efectivamente a los datos del pasado. Es decir, al comportamiento que han tenido los mercados frente a otras crisis geopolíticas.

Cuando se desarrollan conflictos bélicos y las tensiones empiezan a tener más y más presencia, las reacciones suelen ser bastante parecidas: desplome de las bolsas de un 1% de media el día que se desarrolla el conflicto –en algunos casos, como el ataque a las torres gemelas en el año 2001, con una caída del 4,9% del S&P 500– y subida de los mercados energéticos.

Esto es algo que se ha constatado en el ejemplo actual. El precio del oro negro ya es elevado: se encuentra por encima de los 100 dólares el barril, desde los 65 dólares de hace un año, mientras que algunos expertos ya están apuntando a que pueda revalorizarse hasta los 130 dólares, como consecuencia de los tambores de guerra en Ucrania.

Las caídas en las bolsas cuando se generan estas incertidumbres totalizan en un 4,6% y que esa corrección tiene una duración media de unos 19,7 días. Sin embargo, son descensos abruptos que se terminan por recuperar y que, en muchos casos, quedan localizados en las bolsas regionales.

La recuperación en las bolsas suele producirse 43,2 días después, por lo que la inversión a largo plazo sigue imponiéndose cuando se producen estas situaciones. El peor de los escenarios en términos históricos fue con el ataque a Pearl Harbor de la II Guerra Mundial, cuando la bolsa tardó 307 días en recuperarse tras sumar un desplome combinado del 19,8%.

Esencialmente, hay importantes mercados alcistas tras las crisis. Tras las dos guerras de Irak, por ejemplo, los mercados se comportaron bastante bien. Sin embargo, hubo factores de impulso más significativos tras dichos rebotes –en particular, el fin inminente de una recesión (1991) o la recuperación de la burbuja tecnológica (2002-2003).

No obstante, también hay ejemplos negativos de estas tensiones geopolíticas. En la memoria de todos se encuentra cómo los mercados se vieron sometidos a una presión masiva tras la invasión de Georgia por parte de Rusia en 2008, aunque esto también fue un resultado de la crisis financiera global y no de la crisis política.

En otras muchas ocasiones, los movimientos del mercado de renta variable no fueron espectaculares. En general, tal y como muestran los gráficos siguientes, las acciones han tendido, de media, a comportarse algo mejor tras el comienzo de una crisis global.

Paralelamente, históricamente los activos «refugio» como los bonos del Tesoro han sufrido, de media, una ligera corriente de ventas, que ha provocado una subida de sus tires. Sin embargo, tal y como hemos explicado en los ejemplos anteriores, probablemente los factores no relacionados con la crisis fueron los principales determinantes de la rentabilidad.

Esta es la importante conclusión que hemos sacado del pasado y no respalda la idea de “comprar al son de los cañones”. Eso sí, los inversores deberían tomar sus decisiones de compraventa basándose en la salud general de la economía y en las perspectivas para las industrias y los beneficios.

Teniendo en cuenta el telón de fondo que nos acompaña como inversores, sería razonable preguntarse si los bancos centrales, especialmente la Reserva Federal, aplazarán o incluso detendrán la normalización anunciada de la política monetaria.

Hay ciertas dudas al respecto, en gran medida debido a las perspectivas para la inflación. Hay que tener en cuenta que la subida del precio del petróleo probablemente provocará un aumento de las tasas de inflación más pronunciado de lo que anteriormente se esperaba.

Por otra parte, es posible que las empresas y los hogares continúen elevando sus expectativas para la inflación a la luz de la subida de precios de la energía, que puede en realidad impulsar la inflación todavía más. Desde finales de 2021, los bancos centrales han apuntado cada vez más a las presiones inflacionarias subyacentes y a unos mercados laborales próximos al pleno empleo.

En tiempos convulsos, lo más recomendable es contactar con un asesor profesional  para poder elegir el camino más adecuado de acuerdo con tu perfil de inversor y tus objetivos de largo plazo.

 

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