En estos últimos días estamos acostumbrados a leer sobre las mismas temáticas: recesión, mantener el cuidado del ahorro, inflación… Poco se está hablando de las posibilidades que existen a largo plazo. O más bien, de las temáticas que pueden resultar ganadoras para el futuro como ahorradores. Es el caso de la conocida como “inversión de impacto”.
¿Qué es la inversión de impacto y cómo puede contribuir a mejorar el mundo?
Cómo la inversión de impacto puede contribuir al desarrollo sostenible
Debido a la frecuencia cada vez mayor de los grandes acontecimientos medioambientales y los movimientos sociales, -desde las inundaciones hasta los incendios forestales, pasando por el #MeToo y el Black Lives Matter - el objetivo de hacer del mundo un lugar mejor ha pasado de ser una opción personal a una necesidad global.
A ello hay que sumarle que la pandemia de la Covid-19 ha puesto de manifiesto algunas profundas desigualdades sociales, y muchos inversores se han hecho cada vez más conscientes del papel que su capital puede y debe desempeñar para corregir estos desequilibrios.
Solo en los países en desarrollo, se cree que la pandemia ha incrementado exponencialmente el déficit de financiación existente necesario para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas para 2030. Debido a la Covid, la previsión anterior de 2,5 billones de dólares al año que necesitan los países en desarrollo para cumplir estos objetivos aumentó en 1,7 billones de dólares más en 2020.
Por qué la inversión de impacto es importante en la lucha contra el cambio climático
A pesar de que los inversores son cada vez más conscientes del papel que debe desempeñar su dinero en la resolución de problemas medioambientales y sociales, el reto ha sido combinar el doble objetivo de “hacer el bien” y “buscar rentabilidad positiva” en una sola inversión.
En este sentido, cabe decir que la inversión de impacto ofrece una respuesta al proporcionar una vía factible y escalable para equilibrar un impacto medioambiental o social concreto, cuantificable y positivo, por un lado, con la rentabilidad financiera, por otro.
Si bien antes los inversores solo valoraban factores como el riesgo y la rentabilidad, ahora pueden añadir un tercer factor a sus carteras: el impacto.