Es un instrumento pensado para aquellas personas que buscan complementar su jubilación pública con una inversión a largo plazo. En este tipo de instrumento financiero el ahorrador aporta una cantidad de dinero con la periodicidad acordada que puede ser, por ejemplo, mensual o anual.
Su funcionamiento es muy similar al de un fondo de inversión tradicional. Un gestor es el encargado de invertir el dinero en diferentes activos de acuerdo al nivel de riesgo adoptado y a las estrategias que marca la propia política de inversión del fondo. Diversificar la inversión del capital es lo que permite que el dinero vaya creciendo y generando una serie de rendimientos que después servirán de colchón económico durante el retiro de la persona.
Una ventaja de los planes de pensiones es que aprovechan los beneficios del interés compuesto. Es decir que, los intereses que se producen cada año se reinvierten. Te damos un ejemplo: Imagina que inviertes 500€ durante 5 años con una rentabilidad del 5% anual. Con un interés simple ganarías 125€. Por el contrario, con un interés compuesto (reinvirtiendo los 25 € de intereses obtenidos cada año), generarías 138,13€. A simple vista parece poco relevante, sin embargo, a largo plazo y con un capital más elevado la diferencia sería significativa.