A pesar de su mala prensa, la inflación no es mala en sí misma: una tasa leve a moderada suele ser síntoma de que una economía está saneada. De hecho, uno de los motivos por los que el coste de la vida se ha incrementado en estos meses es que la recuperación del crecimiento real la economía mundial, tras la debacle de 2020. Además, la inflación puede ser positiva para los mercados de valores, sobre todo porque unos precios razonablemente más elevados pueden aumentar los beneficios de las empresas.
Pero es innegable que el avance de la inflación, incluso cuando es leve, tiene un impacto negativo en el poder adquisitivo de las personas. Y también en las inversiones. Si tomamos como ejemplo el caso del índice de referencia de la bolsa americana, el S&P 500, las valoraciones más elevadas de la renta variable se dieron con tasas de inflación de entre el 2% y el 4%. Sin embargo, cuando ésta supera el 5%, se observa una tendencia de reducción de los beneficios y niveles de consumo más bajo en general.